viernes, 6 de marzo de 2015

Veintidós

Las velas ya se apagaron mucho antes de empezar día 7. Aquella ráfaga gélida de viento ya apagó para siempre mis cumpleaños, congelando los recuerdos que me siguen permitiendo verte. Mañana, sonará el teléfono y... ¡Maldita sea! No serás tú. No podrás ser tú. Pero no te culpes por ello, suerte de mi vida, sé que llamarías la primera y yo cogería el teléfono antes de que acabara el primer toque, sonriendo anticipadamente, porque podría incluso reconocer tu forma de llamarme. Tan diferente a tantos, tan diferente a todos. "Y yo no estoy..." Es lo que dirías con lágrimas en los ojos, pero por primera vez te diría que estás equivocada, tú nunca te has ido. Sé que estás ahí, salvando vidas, sé que sigues mejorando la mía. Mi armonía, mi luz, mi suerte. Tú, jamás te irás. Que sepas que lo celebraré como tú y yo sabemos, y como nadie más sabrá. Tú no te preocupes, estaré bien. Tengo mi suerte repartida en un par de corazones que ni en películas  podría latirles tanta magia. Pero aún tengo que seguir aprendiendo a no echarte de menos, aunque me da que siempre será una asignatura pendiente en mi vida.
¿Y si pudiéramos pagar con años el poder reproducir instantes anteriores? Yo no lo dudaría, daría mi vida por volverte a ver.



Te quise, te quiero y te querré hasta que el sol se apague. Abuela.

martes, 3 de febrero de 2015

Esa es ella

Ella es ese rayo de luz,
 que, apareciendo tímido por las mañanas
 entre nube y nube,
 después de una noche de tormenta,
nos hace achinar los ojos,
para obligarnos a sonreír posteriormente.
 Ella es esa ráfaga de aire veraniega
que abre nuestras ventanas de par en par.
 Esa mariposa que se posa en nuestro alféizar
 para observar a la gente pasar,
esa que echa a volar, sin miedo,
 llena de color.
Es ese cactus que no pincha,
 que no muere.
Que no hiere.
La que reconocería a kilómetros,
porque no hay otra igual,
la insustuituible, la incondicional.
 Ella es arte, un edificio barroco
en mitad de Plaza Mayor,
 que solo los necios
 no alzarían la vista para contemplar.
Ella es la que inicia los aplausos en un avión al aterrizar,
 la que se ríe de los chistes malos,
 la que escucha antes de oír hablar,
la que no saca el paraguas cuando llueve al caminar,
la que inventó el pie del cañón, porque ahí está.
Ella es luz y oscuridad, la que no cesa y me ilumina cada día,
la que al caer la noche, también me acompaña,
cuando mi sombra ya hace horas que me ha abandonado.



lunes, 2 de febrero de 2015

El baile del sauce

           El viento golpea nuestras ventanas, como nuestro mejor amigo de la infancia tocando nuestra puerta para ir al parque. Si nos detenemos un momento, hasta nos susurra la posibilidad de volar con él. Pero le evitamos, como evitamos todo aquello que nos frena al caminar, mientras le sonreímos al sol, cuando él es capaz de quemarnos sin piedad. A medida que ignoramos su presencia, esa que hace bailar al más grande sauce, su volúmen empieza a aumentar, desafiante, y nos acaba gritando que no es nuestro enemigo, que solo se permite venir a visitarnos de vez en cuando, para mostrarnos que no es la oveja negra de las causas naturales. Que no siempre viene en contra, y no le agradecemos el hecho de que aligere nuestros pasos, y si por lo contrario viene del revés, tengamos en cuenta que es porque detrás de él puede venir un huracán y arrasar con todo. Puede que el viento, no venga cuando lo esperamos, o que no sea nuestro mejor amigo de la infancia, pero siempre nos ayudará a volar la cometa que éste traiga cuando toque tu puerta para ir al parque.


martes, 28 de octubre de 2014

Tu luz que me acompaña

Hoy mi cabeza truena, pero ya, admito, no me asusto. El relámpago que la ilumina no siempre llega y aprendí a aprender a permanecer a oscuras y a nadar con todos los seres que se encuentran en su mar. Hasta que me encuentro conmigo, mi reflejo me saluda, y confieso, me gusta lo que veo. Me reconozco, me vuelvo a conocer. Y me sonrío. Me presto un albornoz, salgo, y me seco. Acordes me traen de vuelta a casa, acordes me siguen salvando. Aprendo a exprimir la melancolía y encuentro luz en lo que escribo, espero la calma en el alféizar, el cual me pide apoyo, que paradójico todo, sola no me acepta, lápiz y papel mis aliados, siempre les doy una mano.

 El sol me despierta, y me grita en silencio, que me diga que por muy vacía que llegara a estar esta habitación, por muy oscura que parezca, jamás me encontraría sola y mucho menos no Iluminada.


martes, 21 de octubre de 2014

Sé libre



No sé si cobarde, no sé si valiente, 
pero renuncio. 
Renuncio a ti y a todo lo que conlleva, 
renuncio a nosotros, incluso,
pero jamás a mí. 
La toalla ha caído, 
pero esta vez he ganado la batalla. 
El sol ha salido, y tus nubes llenas de tormenta por fin se han ido. 
Renuncio a esa parte de mí que se ha ido contigo,
 pero jamás al bienestar que me provoca estar conmigo. 
Renuncio, y ahora ya sé,
que siempre fui más valiente que cobarde, amigo.



martes, 9 de septiembre de 2014

Mi casa en su cara


Echó el freno de mano e hizo que me mirara en el retrovisor, esa vez no para que viera lo guapa que estaba, fue para que mirara atrás, porque a partir de ese momento ya no podríamos mirar hacia delante. Y arrancó sin despedidas y con mis ganas. No entendí jamás porque no se me ocurrió cerrar la puerta, y en vez de dejarla media abierta, destrocé las bisagras, restringiendo a todo aquél que no vistiera su sonrisa. De repente,  todas las estaciones fueron invierno. Trataba de buscar la manera de no sentirme aquella pedazo de inútil y no hice más que volver a caer en su sombra una y otra vez, aquella sombra que con su luz evocaba. Y mira que quise olvidarle, pero mi memoria siempre me jugaba malas pasadas y fue tan fácil como nadar en un volcán en erupción y poder contárselo. Y volvía, como vuelve el asesino en serie al lugar del crimen, para rematarme, como vuelven las olas a la orilla para morir. Yo, que solo quería organizarle el caos, ese que él mismo había causado, necesité huir, como huyen los valientes. Dos camisetas, dos pantalones, y una chaqueta para abrigar los recuerdos que albergaban en mi maleta. La cinta mecánica de aquel aeropuerto me hacía retroceder, mientras llamaban al último pasajero del vuelo 4124, no podía avanzar, y de repente, no quise ir a ningún lugar, de repente descubrí que su sonrisa era mi casa, aquella que aún llevo a cuestas, aquella donde querría vivir toda la vida aunque me esperara el mismísimo infierno en ella.




miércoles, 27 de agosto de 2014

Diógenes

Sólo un consejo si me lo permites, guarda siempre todo lo que signifique algo para ti, esas frases, recortes especiales, una fotografía, un bolígrafo, aunque ya no pinte, o la entrada a ese concierto en el que perdiste la voz, incluso la servilleta de aquel bar que tanto te gusta. Guarda aquella sonrisa, y aquel verano que te marcó. Jamás tires nada que ha significado tanto para ti, ni borres de tu memoria lo que un día te hizo ser lo que eres, cuando seas algo mayor agradecerás volver a revivir todo aquello, y lo más importante, todos esos recuerdos te darán la vida que te dieron en su día.