viernes, 6 de marzo de 2015

Veintidós

Las velas ya se apagaron mucho antes de empezar día 7. Aquella ráfaga gélida de viento ya apagó para siempre mis cumpleaños, congelando los recuerdos que me siguen permitiendo verte. Mañana, sonará el teléfono y... ¡Maldita sea! No serás tú. No podrás ser tú. Pero no te culpes por ello, suerte de mi vida, sé que llamarías la primera y yo cogería el teléfono antes de que acabara el primer toque, sonriendo anticipadamente, porque podría incluso reconocer tu forma de llamarme. Tan diferente a tantos, tan diferente a todos. "Y yo no estoy..." Es lo que dirías con lágrimas en los ojos, pero por primera vez te diría que estás equivocada, tú nunca te has ido. Sé que estás ahí, salvando vidas, sé que sigues mejorando la mía. Mi armonía, mi luz, mi suerte. Tú, jamás te irás. Que sepas que lo celebraré como tú y yo sabemos, y como nadie más sabrá. Tú no te preocupes, estaré bien. Tengo mi suerte repartida en un par de corazones que ni en películas  podría latirles tanta magia. Pero aún tengo que seguir aprendiendo a no echarte de menos, aunque me da que siempre será una asignatura pendiente en mi vida.
¿Y si pudiéramos pagar con años el poder reproducir instantes anteriores? Yo no lo dudaría, daría mi vida por volverte a ver.



Te quise, te quiero y te querré hasta que el sol se apague. Abuela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario