martes, 29 de julio de 2014

LA ÚLTIMA CENA

Pusieron el mantel, y comenzaron por prometerse que nunca se abriría aquel cajón de historias fallidas, de cartas sin entregar, de juramentos ahorcados. Se dijeron con los ojos lo que el corazón mudo no podía decir, que nunca se encontrarían entre esas cuatro esquinas tan llenas como solitarias, tan oscuras como amargas. Todo estaba sobre la mesa, incluso los "te quiero", al parecer sinceros, colocados estratégicamente al lado de los cubiertos, aquellos que servían para comer, y porque no, para comerse. El cronómetro del horno marcaba sus minutos, sus carcajadas, aquellas que, siguiendo el compás, les dejaban sin aliento, el tiempo pasaba entre miradas cómplices, entre abrazos que parecían de despedida, entre secretos que jamás salieron de esas cuatro paredes, entre "para siempres". Entre dos crédulos. Lo que no sabían es que sus minutos se diluían, cual azúcar en sus cafés, cada vez más fríos. Aquel conjunto de bonitos segundos iba marcha atrás, y sin notarlo, aquel personaje invisible llamado tiempo, les estaba arrastrando poco a poco con él. Se precipitaron como lo hace el invierno ocupando el lugar del verano, como lo hacen las personas ante el miedo, y no ante lo que realmente quieren. Se precipitaron como no se precipitó ella para creerle, como no lo hizo él para creerse. Se precipitaron como aquellas frases simples, que poco a poco se convirtieron en compuestas, compuestas de nada. Ellos, se precipitaron a la piscina de lágrimas de aquél cajón funesto, y se dieron de bruces con ellos mismos, sangrando con los pedazos de sus promesas rotas, e intentando mantenerse vivos, nadaban entre aquellos recuerdos guardados, de aquella mala memoria, de aquél cajón desastre, saltaban encima de los puntos finales que se escondían allí dentro, mientras ardían las cartas no entregadas, y ya era tarde, se encontraban encima de su propio punto y final y ardieron con los recuerdos, se olvidaron como se olvida cada año la canción del verano anterior, como también, con la mesa puesta, olvidaron que su cena también se había quemado.












                                                           V.